Las Reglas Celestiales

Este sermón escrito pretende dar respuestas de tipo teóricas y prácticas. Estas dos clases de manifestaciones en este tema se entremezclarán, de tal modo que quede claro la base teológica sobre la que se apoya, y que a su vez nos aporte el deseado: “¿cómo lo hago?”.

A lo largo de la historia ha sido apabullante y un tanto desconcertante todo el esfuerzo, dinero, gentes, entre otras numerosas cosas, que se han invertido en el deporte. Ya no mencionar cuando eran campeonatos, en los que como premio, se tenía una copa de gran valor, sobre todo de uno simbólico donde la gloria y el reconocimiento del ganador no se tenía en poco. Curiosamente, este fenómeno terrenal muestra el anhelo espiritual que Dios ha puesto dentro de nosotros en cuanto a luchar por algo que requiere todo, incluida nuestra propia vida. Con mucho acierto esto es así, puesto que en el mundo espiritual también hay una competición que se está llevando a cabo. En esta puede haber más de un ganador, los cuales tendrán que haberse sometido a las mismas reglas celestiales si lo que se quiere es llevarse el premio.

Todas las personas tienen diversos anhelos, algunos más descabellados que otros, pero en última instancia los hay, y existen en los corazones de la gente. Lastimosamente, la gran mayoría de estas buenas intenciones se han visto truncadas por la carencia de esfuerzo. Muy pocos están dispuestos a pagar el verdadero precio por ganar el premio cuando se trata de competir dando la propia vida. Es por esto mismo, que muy pocos son campeones y muchos son los que pierden. De manera natural, y más cuando se trata de asuntos de la salvación, no existe casi nadie que muestre desgano en ser salvo, pero sí en tomar las decisiones para que esto deje de ser una intención y pase a formar parte de la realidad. En vista de esto, vamos a ver cuáles son estas reglas o pautas indispensables para ser campeones, y qué es lo vital que debemos hacer para lograrlo.

1. Modos de Correr

[box] ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis.[/box]

Como vemos en este versículo, lo que hace la diferencia no es la acción en sí misma, sino el modo en el que se ejecuta. Esto hay que tomarlo muy en serio, ya que de esto depende que obtengamos el premio. Espiritualmente nos podemos encontrar con muchos que profesan ser devotos a Dios, pero la práctica de lo que profesan deja mucho que desear. Si observamos de manera meticulosa nos sorprenderemos de los modos de correr que muchos de nuestros cercanos utilizan como patrón regular en sus vidas. Bien puede exhortarse de que a través del análisis que se hace de los demás, uno debería verse a sí mismo. Lo que se pretende con esto es observar la técnica de aquellos que ya han terminado la carrera exitosamente, y de aquellos que no para aprender de sus errores. De este modo, podremos evaluar la nuestra y sopesar los cambios que deben hacerse. A la luz de esto, encontramos cuatro estilos de corredores:

  • El corredor vago: este individuo no hace nada por competir ni por ganar.
  • El corredor sedentario: es aquel que pide a todos que le ayuden, y está esperando que siempre alguien salga a correr
    con él. No hay iniciativa propia, sino que en todo y para todo necesita de alguien. Finalmente este corredor siempre pierde,
    puesto que una regla celestial es tener voluntad propia de seguir en la carrera a todo coste.
  • El corredor temerario: este es el que se excede de entrenamiento y termina fatigándose a tal punto que no le queda más fuerzas para seguir. Olvidó el verdadero fundamento de la competición, que es hacerlo con el corazón, y no simplemente hacer, hacer y más hacer sin importar lo demás.
  • El corredor perseverante: es aquel que sopesa con gran cuidado sus esfuerzos con el fin de no quedarse como el sedentario, mas tampoco fatigarse excesivamente. Sabe evaluar cuando dar más de sí y cuando dar menos, pero siempre motivado con un corazón recto y perseverante.

Ahora pasaremos a analizar otro aspecto paralelamente importante.

2. La preparación

[box] Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible[/box]

El apóstol ejemplifica la necesidad profunda de ver al ser humano como un todo. Es decir, aunque Pablo mencione la abstinencia de los competidores, en realidad, se trata de la preparación que conlleva el ganar la corona. En este versículo la abstinencia de cosas frívolas es la preparación de los atletas. Naturalmente, de esto surge una incógnita de una índole sumamente importante: ¿cuál es la preparación para el cristiano?

Esta cuestión es de gran relevancia, puesto que da igual que sepamos el modo acertado de correr si no tenemos el poder y la suficiencia para ejecutar dicho conocimiento. Es por esto que es indispensable ver a la persona como un todo; con esto me refiero a los cuatro aspectos esenciales de las personas: alma, corazón, cuerpo y mente. Si alguno de mis queridos lectores tuviera alguna queja ante esto, le rogaría que considerara lo siguiente: El gran artista casi inigualable, Miguel Angel, hacía con sus propias manos sus brochas y sus pinceles, ya que entendía con gran tino que sus instrumentos tenían que estar en el estado más optimo posible para plasmar semejantes creaciones artísticas, hechas con una aguda pericia. Del mismo modo, el instrumento más directo que tenemos a mano somos nosotros mismos, porque es imposible sentir si no es con nuestro propio corazón, o pensar sin nuestra propia mente, o ¿cómo podríamos movernos si no es con nuestro propio cuerpo?, y ¿cómo sentiremos ese amor entrañable hacia las criaturas de Dios si no es con la naturaleza renovada de nuestra alma? A la luz de esto, no me atrevería a decir que es opcional dar cuidado a estos cuatro aspectos, ya que cada latido de nuestro corazón pertenece a Dios y es para su gloria. A continuación, se hará un análisis de estas cuatro áreas.

  • Alma: se ha vuelto un conocimiento establecido y ordinario el que los cristianos tengan su tiempo en intimidad con Dios, principalmente, por medio de la plegaria y la lectura de la Biblia. Ante esto, no hay nada que objetar, mas me gustaría compartir cierto pecado del cual yo he sido partícipe en repetidas ocasiones. Bien puedo decir que mentalmente entiendo la necesidad de ir a Dios, pero emocionalmente no siempre es así. Me he visto esclavo del tiempo, dándole a Dios tan solo mis horas más cansadas, y las más activas al mundo. Cuando este lamentable hábito me acarrea pecados a modo de síntomas, me doy cuenta que no hay ningún misterio en mi enfermedad espiritual, ya que si no voy al doctor (Dios) es más que lógico que me encuentre preso de mis bajas pasiones.
  • Corazón: Es importante proteger al corazón por encima de todas las cosas; debemos ser guardianes llenos de furor en contra de cualquier cosa que pueda corromperlo o apartarlo del Altísimo. Un poco de levadura fermenta toda la masa. Un elemento podrido provoca podredumbre en el resto. Es por esto que debemos ser muy cuidadosos en no dejar que esto ocurra, y si ha acontecido esta contaminación, aniquilarla lo antes posible. Un corazón dolido o intranquilo no permite que la paz de Dios habite, !Eh aquí que se deba vigilar y velar día y noche por el corazón!

Personalmente creo que los santos han prestado atención a estos dos ámbitos del humano con gran certeza, mas ahora quiero hacer una fraternal exhortación en los siguientes dos aspectos que han sido más descuidados: cuerpo y mente.

  • Cuerpo: este es un tema sumamente delicado porque en el mundo se hace un uso indebido del cuerpo, y ya no mencionar el enfoque que muchos le otorgan. Por ello, quiero exponer las bases bíblicas de manera muy somera antes de analizar esta problemática. Primero que todo, cada cosa que hacemos debe ser hecho para la gloria de Dios; partiendo de este fundamente esencial en la vida de un cristiano, lo mismo puede decirse sobre el cuidado del cuerpo. En estas masas corpóreas habita el Espíritu Santo, es decir Dios. Por tanto, no podemos tomar a la ligera nuestra salud física. Aquí no pretendo defender la estética o la belleza corporal, pero debo decir que el estado saludable de una persona, en la mayoría de los casos, se refleja en una armonía corporal y vigorosidad en el ánimo. Mi médico me confirmó que lo adecuado es que cada persona haga ejercicio físico 1 hora cada día de entrenamiento, 5 días a la semana. También el ámbito alimenticio no se queda atrás, ya que es sumamente importante llevar un ingesta sana a fin de poder estar saludablemente bien para la obra de Dios. En esto me encuentro trabajando mucho, ya que he tenido problemas de cansancio, depresión, y de hígado graso debido a mi mala alimentación. Si nos ponemos enfermos que sea por que hemos obrado para el Señor, pero que esto no sea causado por nuestra negligencia en nuestro cuidado físico.
  • Mente: otro aspecto esencial es el uso de nuestra mente. En este asunto me gustaría aclarar un malentendido que suele haber con el Espíritu. Bien es cierto, y creo férreamente en esto, que el Espíritu Santo nos auxilia en diversas cosas y es indispensable en nuestro vivir como hijos de Dios. Ahora bien, no por esto se debe dar un lugar desproporcionado a la importancia que tiene el usar nuestra mente. Aunque suen muy simple, debe decirse que Dios nos ha dado una mente para que la usemos. A lo largo de la Biblia vemos ejemplos de muchos tipos: meditar, escribir, preguntar, memorizar, observar, leer, entre otras cosas. Todo esto tiene un fin elevado y celestial, el cual es acercarnos más a Dios. Por ello, va a ser imposible tener una doctrina más solidificada y sana, si no estrujamos nuestra mente para que se someta a ese fin. A modo personal, aconsejo la lectura de libros muy buenos que pueden ayudarnos a entender la Biblia de mejor manera. En esto es más que indispensable redimir el tiempo, tomando en nuestras manos las herramientas que van a aportarnos un cerebro más vigoroso y agudo para entender y contrastar los asuntos divinos.

!Abstengámonos de lo frívolo y superfluo, para dar cabida a la abundancia!

3. La motivación

[box] […]Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire.[/box]

La mayoría de atletas luchan ferozmente por una corona corruptible. Nosotros la hacemos por una corona incorruptible; ese es nuestro premio. Esta corona se refiere a la corona de justicia que el Señor va a dar a los santos:

En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Esta corona simboliza la justificación: justo como si nunca se hubiera pecado. Gracias a esto podemos ser santos, sin mancha, lo cual nos permite estar con Dios eternamente. Es decir, nuestro premio es estar con Dios y disfrutar de su presencia y su gloria. Esto es lo que nos debe motivar a seguir preparándonos y correr con perseverancia. Esta gran promesa es lo que debe mantenerse siempre en frente de nuestros ojos.

Pablo pasa a explicar cómo lograr esto.

4. El “¿cómo?” de Pablo

[box] Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.[/box]

La manera evidente que Pablo tiene para lograr lo anteriormente mencionado es: golpear el cuerpo y hacerlo esclavo nuestro. El apóstol sabía muy bien que hay sufrimiento en este proceso, y él lo acepta con tal de ganar ese premio, el cual es estar con Dios para siempre y por siempre

Conclusión

Como hemos visto a lo largo del sermón, no se trata simplemente de competir, sino también de cómo se compite. Las reglas celestiales han sido expuestas, pero a modo de recordatorio las listaré para tener claramente lo que debe tomarse en cuenta.

  1. Corredor perseverante (la actitud)
  2. La preparación (alma, corazón, cuerpo y mente)
  3. La motivación (la corona incorruptible: Dios)
  4. Acción (castigar al cuerpo y hacerlo nuestro esclavo)

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